viernes, 7 de noviembre de 2008

PROGRAMAS P2P


Los programas Peer to peer, es decir, de par a par, permiten compartir archivos entre varios ordenadores. Así, un mismo ordenador se convierte en cliente y servidor, y puede compartir parte de los archivos de su disco duro con los demás ordenadores a los que esté conectado. Otro logro más de las nuevas tecnologías.

El problema surge cuando los archivos que se comparten tienen derechos de autor. De esta manera, los detractores de este tipo de programas afirman que se incurre en un delito al "subir" estos archivos a la red sin permiso, así como al distribuir de forma ilegal estas obras. Los defensores de estas aplicaciones, en cambio, defienden que, como usuario, las personas tienen derecho a compartir sus materiales con quien deseen. De hecho, al formar parte de un programa P2P, no se distribuyen los archivos de forma pública, lo cual sí sería un delito, sino que se comparte con unas pocas personas (esto no se considera un infracción de la ley), y estas pocas personas a su vez lo comparten con otras...y así sucesivamente.

Actualmente en España la ley no condena a los usuarios de programas P2P aunque parece ser que el gobierno anunció este verano que a partir del 2010, coincidiendo con el mandato español en la Unión Europea, se remodelará la ley en este sentido, para contentar a todos aquellos que piensan que el uso de este programa es un atentado contra la propiedad intelectual.

En nuestra opinión, las discográficas y productoras deberían avanzar con los tiempos que corren. Existen muchas maneras de pagar justamente al artista, empezando por no adueñarse de gran parte de los beneficios de la venta de discos. Por otro lado, son muchos los artistas que usan la distribución gratuita de música en Internet para su promoción, reconocimiento e impulso y obtienen beneficios. Somos muchos los que usamos los sistemas P2P y accedemos a gran cantidad de música a la que no tendríamos acceso de otra manera. Aunque no compremos sus discos, a cambio, al menos los promocionamos gratuitamente o compramos entradas para sus conciertos.
Para ilustrar lo anterior, me remito a lo que afirma David Bueno Bravo, autor de Copia este libro (lectura efusivamente recomendada):
Desde que la música ha alcanzado esta difusión gracias a Internet el número de conciertos se ha disparado. El principio es sencillo: a mayor acceso a la música mayor número de melómanos y mayor número de personas dispuestas a pagar por verte tocar en directo. El cantante ToteKing sabe bien la relación entre las redes P2P y el aumento de consumo de directos. Él rechaza la persecución de los que intercambian música en Internet porque entonces perseguirían a la gente que viene a mis conciertos y eso no tiene sentido.

El aumento de los directos de música popular en 2003 con respecto al año anterior es de un 39'6%. En los últimos cinco años su número ha crecido de los 56.845 celebrados en 1999 a los 101.323 de 2003. Es decir, el incremento es de un 78'2%.
Jaime García Soriano, cantante de Sexy Sadie, sitúa en una relación del 70%-30% el balance entre ingresos por actuaciones y por venta de discos. Miguelito Superstar, de la Fundación Tony Manero, dice que la relación es del 80%-20%. Pero no solo los artistas más modestos, el principio es idéntico en las grandes estrellas. El grupo "Los Delinqüentes", cuando habla de su caso resume bien el de otros muchos: nuestro negocio no es vender discos, ese es el de la compañía. Nosotros ganamos dinero de dar conciertos.

La explicación de la SGAE a este aumento en los conciertos no es que cuanta más música se escucha más se quiere disfrutar en directo, lo que a simple vista parece evidente a la mayoría. Sus razones han sido variopintas, como aquella de que la clave se encuentra en el fenómeno Operación Triunfo. El crecimiento hay que agradecérselo, no a la enorme difusión de la música, sino a Rosa de España. Ese profundo argumento tambalea al comprobar que los conciertos continúan su ascenso, en los momentos en los que de ese programa ya no se acuerda nadie.
Quizá deberían plantearse el cambio de modelo comercial y una reforma del copyright en vez de intentar limitar este fenómeno de cooperación libre y creativa, como defiende el manifiesto peer to peer, ya que el conocimiento no debe tratarse como si fuera un bien limitado dentro de los sistemas capitalistas, sino como un bien común para toda la humanidad.

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