La autorregulación publicitaria es una práctica que consiste en la aplicación de códigos deontológicos por organismos independientes cuyas resoluciones son aceptadas voluntariamente por los anunciantes, marcas o empresas pertenecientes a las asociaciones profesionales creadas a tal efecto. Un ejemplo de este tipo de entidad es el Jurado de Ética Publicitaria de la Asociación de Autocontrol de la Publicidad.
Este tipo de actuaciones se aplica a la publicidad informativa ( cuyo objetivo es acercar al consumidor todos aquellos aspectos que necesita conocer antes de decidirse a comprar un producto), pero sobre todo a la publicidad persuasiva (que busca persuadir al consumidor a comprar en lugar de informar o recordar).
Con este tipo de actuaciones y organizaciones se busca que la libertad de expresión, carecterizada por la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, no vaya en detrimento de los demás derechos y libertades sociales.
De esta manera, la autorregulación publicitaria intenta minimizar los efectos de la competencia desleal (actividades poco honestas como vender a un precio inferior al coste del producto, difundir información falsa sobre los productos de los competidores, buscar parecerse a un competidor para que el consumidor compre tus productos en vez de los del competidor o la desviación de la clientela y explotación de la reputación ajena), el engaño (hacer creer a los compradores que el producto tiene un precio diferente, unas características mejores que las reales, etc. ) o la publicidad discriminatoria (que de un trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciale,s religiosos, de sexo, de clase social u otros motivos ideológicos)
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